domingo, 29 de septiembre de 2019

CONTROL DE ESFÍNTERES


¿Qué es importante antes de iniciar el control de esfínteres?
  •  Antes de retirar el pañal, es conveniente establecer una fase previa para ir concienciando al niño de diversas maneras, tanto explicándole que dentro de poco le quitaremos el pañal, como realizando una serie de refuerzos verbales.
  • Reforzar al niño cada vez que nos avise que lleva el pañal sucio. Si no se da cuenta, ayudarle a identificarlo mediante juegos y gestos: “¿Qué hay en el pañal?”, “ huele mal”, etc.
  • Cambiarlo enseguida cuando manche el pañal, ya que así aprenderá a valorar lo importante que es estar limpio. Al  terminar, decirle frases como “¡qué limpio!” o “¡qué bien hueles!”.
  •  Pedirle colaboración en el cambio de pañl: preparar el limpio, coger las toallitas, tirar  a la basura el sucio…
  • También es importante que vaya practicando con la ropa, aprendiendo a bajarla y subirla con autonomía.
  •  Familiarizar al niño/a con el váter y/o el orinal. Pedirle que se siente en momentos determinados, como antes de ir a dormir o cuando se levante, y que esté un ratito. Si hace pis o caca, le alabaremos y le reforzaremos con algo material (solo al  principio), dependiendo de los intereses del niño: un lacasito, una pegatina…Pero si no lo hace, no pasa nada.
  •   Jugar con muñecos a llevarlos al baño, a ponerles  y quitarles la ropa.
  • Leer cuentos en los que se narre la situación de ir al baño y dejar los pañales.
  • Contar los progresos  a la abuela, a su hermano y  a otras personas de su entorno, ello aumentará su autoestima y reforzará los avances.




No olvides:
   Hay niños que logran alcanzarlo en poco tiempo, y otros que necesitan más.
 No podemos presionar al niño para que lo consiga cuanto antes.
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jueves, 26 de septiembre de 2019

ADIVINA LO QUE SIENTO


¿QUÉ EMOCIÓN ES?


LA ASAMBLEA


Las rutinas escolares en Educación Infantil son la base metodológica, psicológica, afectiva y social para la estructuración de una jornada escolar. A través de ellas se trabajarán los distintos contenidos y objetivos para el desarrollo de las diferentes capacidades. Pues bien, una de estas rutinas, quizás de las más importantes, es la de la Asamblea, por la cantidad de tareas que se realizan en ella y por la importancia de las mismas.
La asamblea, en educación infantil se define como un “momento de encuentro” cuyo motor es la conversación.

¿Cuándo y dónde se realiza?
Cuando llegamos por la mañana, lo primero que hacen los niños es jugar un ratito con sus compañeros, interaccionan y se van dando la bienvenida en el nuevo día en el cole.
Tras ese ratito nos reunimos en el rincón de la asamblea o de los buenos días. Todos nos sentamos, ellos en la colchoneta en torno a la seño, que se sentará en una sillita, para estar a su altura poder mantener una mirada a los ojos mientras se realiza la actividad. En ese rincón encontramos el mural de la asamblea.

¿Qué se hace en ella?
Esta actividad se inicia con la canción de buenos días“Sal solito”:
“Sal solito, caliéntame un poquito. 
Para hoy, para mañana,
para toda la semana:
lunes, martes, miércoles,
jueves, viernes, sábado y domingo.”
(Canción que se reforzará en lengua de signos.)

El mural de la asamblea, marcará la rutina de la actividad. Primero vemos qué niños han venido al colegio y ponemos su foto en el cole, si alguno está malito, y no ha venido, ponemos su foto en la casita que hay junto al colegio.
Después vemos qué tiempo hace y lo marcamos en la “ruleta del tiempo”.
Y por último hablamos de la estación en la que estamos y decimos una rima o poesía referida a ella.

Aprovechamos, antes de levantarnos, y ya que esta es la actividad que precede a la ficha, hablamos un poco de ella en el corro. Si vamos a hacer una ficha de el círculo hablaremos de qué cosas conocemos con forma de círculo; si es sobre colorear unas botas catiuscas, hablaremos sobre la ropa de otoño, etc.
La duración de la sesión dependerá del interés mostrado por el grupo con el que se trabaja y según como respondan. Es importante y muy difícil mantener la atención. Una duración media puede ser entre diez y quince minutos. 
Debe ser flexible y adaptativa al grupo que va dirigido para fomentar la participación de los niños. La rigidez no funciona. Por tanto, dejar que los niños se expresen y participen espontáneamente y trazar una estrategia de conversación para provocarlo.

¿Qué beneficios tiene?
La asamblea nos  sirve para desarrollar los siguientes ámbitos:
ü El Lingüístico:
La asamblea es uno de los momentos en los que se potencia el desarrollo lingüístico de nuestros alumnos, pues se les da la oportunidad de hablar, de expresar sus necesidades y sentimientos.  También se adquiere y amplia vocabulario.
 Por otro lado, ayuda a superar la timidez poco a poco, sobre todo la que a algunos les impide al principio hablar en público.
Otro objetivo educativo, de los más importantes, que trabajamos en la asamblea es la obtención de normas comunicativas, como respetar el turno de palabra y escuchar a los compañeros.

ü En cuanto al desarrollo Social:
La asamblea constituye uno de los momentos en los que más se fomenta la socialización a lo largo de la jornada, ya que en ella se potencia el compañerismo, la amistad, la solidaridad, el respeto y la socialización. Todo ello, basado en el fomento del sentimiento de pertenencia a un grupo, un grupo de iguales. En ella, además, se consiguen lazos de unión de la maestra con los alumnos, y también entre los iguales.
En definitiva, en la asamblea pretendemos que los niños y niñas se relacionen con sus compañeros de forma positiva, esto implica la construcción de su autoconcepto y su autoestima de manera positiva también, reforzando siempre las normas de convivencia.

ü  En cuanto a lo Cognitivo:
Es un momento ideal para indagar sobre los conocimientos previos que tienen los niños sobre un tema o concepto, para saber de qué nivel tenemos que partir en el desarrollo y trabajo de las actividades. Además, en ella se fomenta el desarrollo del pensamiento del niño/a, se realizan muchos aprendizajes relacionados con los centros de interés o unidad didáctica que estemos trabajando, adquiriendo conceptos básicos, números, abecedario, colores, etc.
Otro de los beneficios que nos regala la asamblea es que en ella se desarrolla la atención, consiguiendo cada vez periodos más prolongados de la misma, y la observación.
Y, no debemos olvidar, que también se potencia la memoria del niño, a través de la repetición de rimas, poesías y canciones que el niño acaba aprendiendo.




martes, 17 de septiembre de 2019

LAS RABIETAS


Las  rabietas son episodios en los que los  niños empiezan a  llorar  de forma más o menos descontrolada, emiten gritos, patalean, etc.. Son la manifestación de ira o frustración a situaciones que el niño no es capaz de controlar. Aparecen alrededor del año (puede ser unos meses antes) y son más frecuentes entre los 2 y 4 años, etapa en la que empiezan a desarrollar su propia independencia y ya no aceptan tan fácilmente el control que ejercen los demás sobre su vida o los límites que les imponen los padres.
Es una etapa que el niño tendrá que pasar, y es saludable, porque indica que está formando su propia personalidad. La clave está en saber manejar las rabietas para que el niño no las utilice para influenciar a los padres o para conseguir determinadas cosas.
Foto: fuente "EL PAÍS"
Por eso, no queda otra que armarse de mucha paciencia y seguir algunos consejos como quitar de su vista las cosas que no puede tocar, para no tener que estar diciéndoles “eso no” a cada rato. Darles la posibilidad de hacer pequeñas elecciones como “¿prefieres comer patatas o espinacas?”. Y fundamental, poner pautas claras, “no” significa “no”, no “tal vez” y no un “hoy no, pero mañana sí”.

¿QUÉ HACER?

     Mientras dura la rabieta es una situación bastante estresante tanto para el niño como para los padres, y es totalmente inútil intentar convencerlos de algo en ese momento. Lo mejor es esperar que se les pase el berrinche sin rechazarlos y luego dar explicaciones. Dejarles su espacio hasta que se le pase, pero que no se sientan ignorados.
Si no se logra controlar la rabieta, y la situación lo permite, se puede adoptar una actitud de indiferencia y hacer como que se ignora la conducta del niño, para lo cual no debe manifestarse enfado, ni deben hacerse promesas o proferir amenazas. Porque el niño, con la rabieta, pretende llamar la atención y si hacemos todo eso, aunque no consiga aquello que motivó el berrinche, de algún modo habrá salido ganando y, sin querer, podemos reforzar ese comportamiento, o sea, le "enseñaremos" a tener más rabietas.
Es muy importante perseverar en la decisión adoptada hasta el final, hasta sus últimas consecuencias. Por ejemplo, si se ha decidido que aquello que el niño pide es inadecuado, los padres se mantendrán firmes en su decisión con independencia de las respuestas del niño.
No tratéis de razonar con vuestro hijo. Simplemente decidle: "Veo que estás muy enfadado, te dejaré solo hasta que te calmes”. Dejad que el niño recupere el control. Después de la rabieta, asumid una actitud amistosa y tratad de normalizar las cosas.
A veces es difícil, pero se debe crear un clima de tranquilidad en torno a la situación, es decir, mantener la calma y el control. No regañar, ni gritar al niño porque, además de no solucionar nada, genera más inseguridad y constituye un mal ejemplo. Evitad pegarle porque esto indica al niño que has perdido el control. Tampoco hay que intentar razonar con el niño, porque en ese momento no nos escuchará. El niño no debe percibir que su conducta altera a sus padres, que les incomoda, que existe una discordancia entre lo que sienten y lo que dicen. No podemos enfadarnos y, gritando, aclararle: “¡no me importa cómo te pongas, así no vas a conseguir nada!”; porque estamos mostrando que “algo” sí ha conseguido.
Por supuesto, no debe concedérsele lo que quería, para no reforzar su conducta, como tampoco conviene ofrecer premios o recompensas para que abandone su rabieta.
Para las rabietas de tipo perturbador o destructivo, utilizad suspensiones temporales. Algunas veces las rabietas son demasiado perturbadoras o agresivas para que los padres las pasen por alto: Se cuelga de nosotros, nos pega, tiene una rabieta en un lugar público, rompe cosas... Sujetad al niño cuando tenga rabietas en las que podría causar daño o lastimarse.
Una vez que se ha pasado el berrinche, no se le debe castigar ni gritar, sino darle seguridad y afecto, pero sin mimarle en exceso ni darle ningún tipo de premio, explicándole lo inadecuado de su comportamiento. Tampoco se debe hablar  de la rabieta una vez terminada. Si se hacen comentarios del tipo “y a ver si hoy no montas el número en el supermercado”, lo único que hacen es animarle. Y los comentarios posteriores sólo sirven para que el niño se dé cuenta de hasta que punto os ha afectado su conducta.     

ESTRATEGIAS PARA  EVITAR LAS RABIETAS

·   Poner la casa «a prueba de niños», con objeto de reducir el número de ocasiones en que los padres se ven obligados a decir que «no». Intentar evitar las situaciones y circunstancias que puedan ser fuente de frustración o facilitar la aparición de rabietas, como hambre, sueño, etc.
·   Permitir que los niños pequeños realicen pequeñas elecciones frecuentes, todas dentro del terreno de lo aceptable (p. ej., «¿Quieres tomarte la leche en el vaso azul o en el rojo?»). Siempre que sea posible, ofrecer al niño la posibilidad de elegir entre varias opciones disponibles.
·   Limitar las frustraciones atendiendo al temperamento del niño y sus ritmos: entendemos que si nuestro hijo es muy nervioso necesitará correr cada día, o si se pone de muy mal humor cuando tiene hambre intentad evitarlo.
·   Los niños tienden a tener más rabietas cuando están cansados (por ejemplo, cuando no han dormido la siesta), porque son menos capaces de hacer frente a las situaciones frustrantes. En estas ocasiones, haga que su hijo se acueste. El hambre puede contribuir a las rabietas. Las rabietas también aumentan durante una enfermedad.
·   Avisar al niño con tiempo. Algunas de estas rabietas pueden ser prevenidas dándole a su hijo una advertencia con 5 minutos de anticipación, en vez de pedirle de repente que deje inmediatamente de hacer lo que está haciendo.
·   La negativa debe ser irrevocable. Muchos padres dicen «no» cuando realmente quieren decir «me parece que no». Cuando el niño protesta suficientemente, el padre o la madre cede, recompensando con ello la rabieta. Los niños rápidamente distinguen entre los «NOes» duros («No se juega con los cuchillos») y los «NOes» blandos («no hay galletas antes de cenar») y rara vez sufren rabietas a causa de los primeros. Es importante establecer normas razonables, claras y coherentes y no cambiarlas, para que el niño conozca perfectamente donde están sus límites. Esto es absolutamente clave: el que algo se pueda o no se pueda hacer, no debe depender del humor que tengan en ese momento los padres. Las reglas deber ser siempre las mismas y también independientemente de que quien esté en ese momento al cuidado sea el padre o la madre.